martes, 19 de octubre de 2010

Mayo del 1886 A.C 1886 D.C y 2010

Abordar el primero de mayo desde un punto de vista histórico sería mimetizarme con cada nota protocolar, que sin desdeñar podrían encontrar mediante googleo básico Dado que la intención de esta cosa será escapar a la reiteración forzada, huyamos por la vertiente de la epistemología.
Cuando estudiamos hechos pasados, nos remitimos por antonomasia a enaltecer grandes nombres, hablamos de generales y no de soldados rasos, de presidentes y no de electores, de grandes líderes pero jamás de pueblos o secretarios, o los encargados de servir el café, o aún más capilar. Apadrinamos una predisposición a conocer fundamentada en apellidos y fechas, en ciudades y ríos, jamás en arroyos y pueblos… quién sabe porqué, en el momento que decidimos aplicar el inevitable y necesario reduccionismo escogimos siempre resaltar adalides y no a las grandes masas, que al fin y al cabo son los motores de la historia.

Lo que Barran denominaría “el mito del héroe creador”, aquél SuperHombre y no necesariamente Nietzscheano que hilvana la ciencia de Herodoto, que conquista, que se lanza a promulgar leyes en cuya elaboración no tiene concurso, el hombre de las murallas los templos y los palacios, rara vez depararíamos en esgrimir las artes del ingeniero, la muerte por agonía laboral del esclavo, señalar las majestuosas construcciones de Vitrubio o Fidias, sería más sencillo alegar al gobernador de turno, como principal artífice de la magna creación.

Esta aberrante y capital regla epistemológica, encuentra su excepción en el estudio de este día monumental, un punto álgido de una lucha constante, parida desde que la tierra es propiedad y unos trabajan a menester de otros, una lucha de cientos de años, de cientos de rostros, también olvidados, manos que mancomunaron tierra, suciedad y un aroma particular. Distanciadas por kilómetros y años para propinarle un golpe medular a la explotación y enarbolar banderas de viejas luchas, gritar aunque ahorcados, vivan los trabajadores, vivan las ocho horas, vivan los 8 mártires, entre otras consignas frescas y coetáneas.

Pero no fue cada mártir el costo de cada hora, si de tiempo no dispusiera, me lanzaría a una presunción o relación creativa, silogismo sencillo, una formula aritmética básica, si podría contabilizar cada hora por millones de trabajadores, aun no sería suficiente, porque eso es el primero de mayo, es la historia escrita por la historia, ya no por una, ni por cinco, ni ocho, sino millones de manos, quién sabe cuántas, no importa… precisamente, aquí deriva el axioma principal, de este día portador del nombre de sus inventores, ellos mismos son la historia

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