jueves, 21 de octubre de 2010

¿Por qué debo saber que es TRIPS?

Básicamente subsistimos gracias al TRIPS, de el emanan las regulaciones en materia de fármacos y medicamentos vitales, además de abarcar la propiedad de organismos genéticamente modificados ¡SÍ!, incluso la vida misma se protege celosamente bajo herméticas patentes.

El desarrollo de tecnologías de punta arrastra desde los 80s nuevas exigencias para los expertos del derecho, la necesidad de proteger creaciones intelectuales obliga a la confección de complejos tratados como el TRIPS. Concentrando una gran cantidad de materias, objetos, sustancias bajo insalubres reglamentaciones.

Se prioriza lo que se vende y no lo que efectivamente es necesario. ¿Cómo?... si, el fármaco más vendido en el mundo es utilizado para combatir el colesterol, seguido de un potente antidepresivo, la industria no se concentra en otras enfermedades mortales, como la diarrea, malaria, tuberculosis, estas personas padecen, pero no consumen. En otras palabras, no hay solución sin dinero, ecuación sencilla; su resultado: la muerte

Esto no es lo único que debe alarmarnos: hay una tendencia creciente a patentar organismos vivos, en otras palabras, creaciones genéticas se convierten en objeto de propiedad, pequeños monopolios microcósmicos. Monsanto –líder en productos agrícolas, herbicidas, fertilizantes- descubrió en el año 2000 el código genético del arroz, tras la asombrosa epopeya las autoridades anunciaron que compartirían el fruto de su trabajo con la comunidad internacional, diez años después esperamos la susodicha promesa.

¿Hacia donde vamos? ¿Qué es propiedad y qué no lo es? Los fármacos, descubrimientos cardinales, tratamientos y organismos por lo pronto si los son. ¿Será que ya patentaron la vida misma, y no caímos en la cuenta?

Nunca te vas a ir compañero.

Si nos forjamos con el dulce aroma de tu poesía, dudo que la naturaleza misma pueda arrancarte de nuestro recuerdo. Despacito y sin hacer ruido, El Sabalero se marchó la pasada madrugada, quizás armonizando su muerte con el delirio ígneo del Cilindro.

Sabalero de chiquillada, de pantalón cortito, tejedor de bolsita de recuerdos que cada uruguayo llenará con los versos más bonitos. En tu casita de Villa Argentina, alejado de la vorágine citadina te pasabas las tardes mateando y pensando. Contaste tus 66 primaveras y disfrutaste cada canto de gorrión, porque así vivías en un constante culto a la belleza.

Allá nació chiquillada, por 1969 cuando el cielo perdía su claridad y nuestro país se sumía lentamente en las penumbras. Ahí decidiste cantarle a la vida, a la pelota de trapo, al campito, a los gurises que jugaban ignorando la enfermedad que pronto estallaría. ‘Es una canción feliz’ describías con humildad. Una flor que nos regalaste, velita austera que encendimos a escondidas en la oscuridad de los setenta, velita que dispensaba un calor especial, llamada tímida de cautivante esperanza.

La vida te obligó a beber el peor de los tragos, el más amargo y torturante: soportar la muerte de tu hija, le habían robado entonces el alma a tu guitarra.

Hasta siempre.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Adhocracia y el futuro. Parte I

En esta serie de artículos planteare la existencia de la burocracia y su desarrollo histórico, el presente y su porvenir: la adhocracia.

Si algo nos exaspera en los tiempos que corren es la organización burocrática.

La jerarquización ha existido desde el comienzo de los tiempos, basta recordar la actividad de los escribas Sumerios, en su ávido afán de centralizar la información. El Imperio Persa tampoco dudó en recurrir a los Sátrapas, funcionarios del Sah –emperador-.
No obstante podemos ubicar el génesis burocrático anclado en los albores de la Francia revolucionaria. Casi como criatura rechazada, Jean-Claude Marie Vicent de Gournay, la estigmatizó peyorativamente, comparándola con una enfermedad bautizada buromania. Un hongo que crece bordeando los troncos de la actividad política. Desde otras orillas, el barón alemán Von Grimm no se guardaba sus elogios, considerándola defensora del interés publico.

Nuestro amigo Jean Baptiste Colbert desempeño un papel fundamental, desde la contabilidad y él aporte de elementos cruciales para la fundación del Estado moderno.

Distribuir responsabilidades, escalonar procedimientos, regularizar son atributos propios del siglo que vivimos. Nos enfrentamos a la burocracia carnica a la hora de realizar un trámite, pagar una cuenta, obtener una licencia, casi sin deparar en ello somos conducidos a través de diversas estaciones. Participamos de funciones nítidamente compartimentadas.

La cotidianeidad se conjuga con la burocracia, presente en la gran mayoría de nuestras instituciones – por no generalizar a la totalidad -, una cabeza al mando toma las decisiones, espacios intermedios ejercen funciones administrativas, otros atienden al público, los departamentos y secciones se multiplican. Esta parece ser nuestra forma de organización actual. Empero... ¿Será siempre así?, al parecer la ciencia administrativa se dirige, a un nuevo paradigma. Su nombre es extraño: Adhocracia.

martes, 19 de octubre de 2010

Una fotografía vale más que mil imagenes

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Mejor nunca que tarde.

Quizás hubiera sido, como indica el titulo, mejor nunca que tarde tomar un espacio para recordar a Ché Guevara, la referencia de lo tarde atiende por parámetro un nuevo aniversario de su fallecimiento y lo nunca, era quizás la actitud que creía poder adoptar, apagando su habano en los charcos del olvido.

La inquisición.

Ya casi llegando a la estación de las dos décadas, las preguntas y cuestionamientos llueven e imponen nuevos modelos. Entre ellos, inquirir en las fuentes que hasta hace meses atrás encendían fascinación por tópicos y personajes, el Che no escapó a mi proceso inquisitorio, fue en los tribunales de mi propia conciencia donde sentencié su derrota. Pero debo confesar, aun es difícil que la idea se oponga a la magia de su boina y serio ademán.

Como verdugo benevolente que reniega de su profesión, ofrezco esta canasta de conceptos en honor a su nombre. Heteróclita y desprolija, quizás tanto como su verdadera estética personal.

El polisíndeton.

El primer elemento, barro, es previsible la dificultad de ahondar en una vida compleja, intrincada y repleta de viajes, abrupta, con erosiones y verrugas e imágenes intrasmisibles y continentes enteros… el polisíndeton más fino sucumbiría de vergüenza por su inoperancia, tomo el atrevimiento de abreviar las carreteras y saltar al papel.

El oximorón.

Directo al foquismo, sinónimo de fracaso. La verdadera teoría revolucionaria del Che Guevara, usina de frustraciones enmarcadas desde Tierra del Fuego hasta el Sur de Mexico.

Desatinada creencia que retoza en un foco generador de combate, en lugar de levantamientos sociales generalizados. Colocar a un puñado de hombres en situación de vanguardia. Rodearlos de un aura legitimadora. Concebir la sociedad como tejido capaz de contagiar y extender una idea revolucionaria. Saltar la dialéctica, no ya bañarse en el mismo río, sino multiplicarlos. Elucubraciones que –sin necesidad de ser marxista- son demostración palmaria de antimarxismo. La contradicción se vive con la gran pitonisa barbuda y la realidad. Formula que conlleva a una resolución fatídica; traducida en guerras civiles, asesinatos, atentados terroristas, fanatismos, entre otros flagelos que aguijonearon nuestro continente. Ultimando esta cuestión, el mismo Ché encontró la muerte delirado por su propia empresa- teórica y práctica-

A su foto y semejanza.

Su retrato, beato receptor de contenidos; un odre que hemos llenado con nuestras propias apreciaciones es objeto de monolatría. Como todo caudillo, detenta en imagen la simbología mitológica de su personalidad. Frontal, de boina y cabellos al aire, cargando con 31 inviernos. Si Miguel Angel hubiese tenido la oportunidad de replicar a Guevara en sus refulgentes mármoles de Carrara, afirmo sin titubear, su producto escultórico sería muy similar a la foto de Alberto Diaz Korda. Hay una similitud impactante entre la mirada del Moises –tumba de Julio II- y la fisonomía de Ernesto… lo que estudiosos del arte llaman ‘la terribilitá’ el impacto enceguecedor y rapaz de una mirada penetrante. La geografía de su rostro es suficiente argumento para legitimar su grandeza. Por ello, empuñando el cincel, cada uno ha construido un Che, raspando en los mármoles de su conciencia, y en la mayoría de los casos, no hemos más que esculpido a su foto y semejanza. El Ché es una figura fácilmente apropiable, la gran mayoría de los jóvenes lo convierte en su numen, sus ideas son sencillamente resumibles, aforismos oportunos. Como mencioné anteriormente, la creación del Ché no es universal… por el contrario, es un auténtico caleidoscopio.Situados en las floreadas tierras del humanismo, el Ché es un ejemplo de abnegación y sacrificio en pos del prójimo. Desde los prismas marxistas, un teórico y práctico latinoamericano, que recordó siempre la tésis 11 de Feuerbach y la necesidad de transformar el mundo. Los empañados lentes de la rebeldía biológica enaltecen al médico como gran adalid, adolescentes ritualizan sus alcobas con reseñas y frases elocuentes que enfatizan la necesidad de atacar al ‘Sistema’ y siempre ostentar el infranqueable carácter revolucionario. El amor, el ‘otro’, la revolución, la igualdad, la justicia, el sacrifico, el voluntariado, son conceptos que en sinergia resumen la percepción generalizada del Ché. Lo cierto es que estas construcciones son místicas y relativas, basadas en una costumbre mundana facilista de evitar la profundización en el estudio. Preferir genuflexarse ante una figura simpática en lugar de cuestionarla.

El Che Jojoy

El mismo Ché, cuya pluma se desliza trazando hermosas frases, fue también responsable de aniquilamientos selectivos en Santa Clara –eclipsados por los bellos versos que los trovadores dedican a su himno universal-. Tampoco escatimo en escribir tratados militares, el más celebrado es él dedicado al uso de la metralleta. ¡Sí! Era un beligerante, combatiente guerrillero, que vio en la instrumentalización del fúsil una brecha para la construcción de una realidad idílica. Creyó ciegamente que el fin justificaba los medios. En épocas donde todo era dicotómico, partición cromática de opuestos.

Semanas atrás los medios anunciaban con trompetas la muerte en bombardeo de Mono Jojoy. ¿Quién?, si, jefe militar de la guerrilla colombiana. Hoy terrorista, ayer guerrillero, hoy beligerante, ayer revolucionario. Su cadáver posa ante las cámaras, soldados se agrupan armando sádicas coreografías; pescadores que exhiben orgullosos su corpulenta victima. Un auténtico espectáculo de muerte y felicidad. Al igual que el Che su asesinato fue celebrado enérgicamente, en escenas ominosas, ambientadas por la putrefacción de la carne y el flash de las cámaras. Por supuesto, el susodicho primate Jojoy no contaba con la intelectualidad de Guevara, era diabético y bastante feo, incapaz de elaborar reflexiones, o brindar discursos ante la ONU. No obstante, sus vidas y objetivos se cruzan y dirigen hacia un mismo horizonte, ambos ingenieros de un porvenir utópico, faccioso, ideal, interesado, sangriento, pero en fin, proyectado en el futuro.

Cada uno con su estampa

A modo de conclusión y desde mi humilde parecer… es curioso que veneremos a un hombre sin adentrarnos en su vida, quizás el Che sea victima de la misma precariedad y provisionalidad que nos rige. Jardinero de un bosque perfecto, argentino hincha de Rosario. Asmático y con habano en la boca, ladrillos suficientes para edificar un altar en nuestras conciencias, rozando la irracionalidad de la religión. Cada uno toma su propia foto, y desde ella imagina un Ché Guevara.

Perdóname Ernesto, este es mi homenaje

Rodrigo Rey

Mayo del 1886 A.C 1886 D.C y 2010

Abordar el primero de mayo desde un punto de vista histórico sería mimetizarme con cada nota protocolar, que sin desdeñar podrían encontrar mediante googleo básico Dado que la intención de esta cosa será escapar a la reiteración forzada, huyamos por la vertiente de la epistemología.
Cuando estudiamos hechos pasados, nos remitimos por antonomasia a enaltecer grandes nombres, hablamos de generales y no de soldados rasos, de presidentes y no de electores, de grandes líderes pero jamás de pueblos o secretarios, o los encargados de servir el café, o aún más capilar. Apadrinamos una predisposición a conocer fundamentada en apellidos y fechas, en ciudades y ríos, jamás en arroyos y pueblos… quién sabe porqué, en el momento que decidimos aplicar el inevitable y necesario reduccionismo escogimos siempre resaltar adalides y no a las grandes masas, que al fin y al cabo son los motores de la historia.

Lo que Barran denominaría “el mito del héroe creador”, aquél SuperHombre y no necesariamente Nietzscheano que hilvana la ciencia de Herodoto, que conquista, que se lanza a promulgar leyes en cuya elaboración no tiene concurso, el hombre de las murallas los templos y los palacios, rara vez depararíamos en esgrimir las artes del ingeniero, la muerte por agonía laboral del esclavo, señalar las majestuosas construcciones de Vitrubio o Fidias, sería más sencillo alegar al gobernador de turno, como principal artífice de la magna creación.

Esta aberrante y capital regla epistemológica, encuentra su excepción en el estudio de este día monumental, un punto álgido de una lucha constante, parida desde que la tierra es propiedad y unos trabajan a menester de otros, una lucha de cientos de años, de cientos de rostros, también olvidados, manos que mancomunaron tierra, suciedad y un aroma particular. Distanciadas por kilómetros y años para propinarle un golpe medular a la explotación y enarbolar banderas de viejas luchas, gritar aunque ahorcados, vivan los trabajadores, vivan las ocho horas, vivan los 8 mártires, entre otras consignas frescas y coetáneas.

Pero no fue cada mártir el costo de cada hora, si de tiempo no dispusiera, me lanzaría a una presunción o relación creativa, silogismo sencillo, una formula aritmética básica, si podría contabilizar cada hora por millones de trabajadores, aun no sería suficiente, porque eso es el primero de mayo, es la historia escrita por la historia, ya no por una, ni por cinco, ni ocho, sino millones de manos, quién sabe cuántas, no importa… precisamente, aquí deriva el axioma principal, de este día portador del nombre de sus inventores, ellos mismos son la historia